Para poder construir un plan de acción es necesario tener claro un eje vertebrador, lo que hemos llamado Idea Fuerza. Antes de ponernos en marcha es bueno saber hacia dónde queremos caminar.
A partir del análisis de redes y la localización de posibles alianzas estratégicas (conjuntos de acción), podremos delimitar el ámbito de la propuesta, cuyo contenido se establece teniendo en cuenta los objetivos de transformación que siempre han de presidir un proyecto. Se trata de una propuesta sobre todo participada y consensuada con la mayor parte de los actores implicados en el tema (a los que ya nos habíamos acercado en el trabajo de campo y en las sesiones de devoluciones creativas).
La Idea Fuerza se puede expresar en una frase que sea capaz de motivar a la población desde sus redes de vida cotidiana, que responda a una necesidad sentida ampliamente, y debe tender a integrar (en el sociograma) amplios conjuntos de acción:
La Idea Fuerza debe incluir y coordinar los diversos aspectos temáticos de la Planificación. Para cada aspecto de los priorizados se puede organizar una Mesa de Trabajo que se vaya auto-formando y elaborando las propuestas concretas, para que sean debatidas y refrendadas por el conjunto de los participantes. La lógica de acción se basa en que en estos procesos no estamos para hacer simples explicaciones, sino para orientar todos los análisis a propuestas de transformación y mejora de las problemáticas abordadas.
El aspecto integral hace referencia a que cualquier planificación no puede dejar de contemplar aspectos como la viabilidad económica, la sustentabilidad de tipo ecológico, la organización democrática y participativa, y los aspectos de la cultura local y sus innovaciones. Y la Idea Fuerza debe jugar un papel también de integración de todos estos aspectos y todas las “mesas de trabajo sectoriales”, para que la acción sea conjunta y coordinada. Un plan no puede funcionar solo con un organigrama, sino que la coordinación debe basarse en un interés común de acción, y este es el papel de la Idea Fuerza.
Una buena manera de sistematizarla puede ser, por ejemplo, elaborar una ficha que contenga: a) propuestas urgentes realizables en un año y que sirvan como test de credibilidad en el proceso, b) propuestas temáticas organizadas por sectores (trabajo, seguridad, salud, educación,…), c) la idea fuerza integradora de todos estos aspectos y una frase motivadora que llegue a la población.
Además está el aspecto de la sustentabilidad del proceso, es decir, que en el tiempo se pueda sustentar por sí mismo, y no ser como una movilización que persiste sólo en lo que dura el entusiasmo de un momento. Hay que cuidar sus aspectos ambientales y territoriales, sus aspectos de viabilidad económica, sus enraizamientos en las culturas locales, y sus formas organizativas perdurables. Un plan que se pone por decreto, si no enraíza en las costumbres no tendrá una sustentabilidad en la propia población, será ineficiente y difícil de mantener.
Con las siguientes herramientas nos podemos acercar a priorizar las propuestas concretas y la idea fuerza.
Esta es una técnica apropiada para priorizar y para introducir algo de perspectiva al proceso que estamos realizando. Por ejemplo, para concretar la idea fuerza aglutinadora del conjunto del proceso.
En el método EASW hay dos partes diferenciadas: una de análisis o de auto-diagnóstico (que se puede hacer con cualquiera de las técnicas antes reseñadas), y otra de priorización de las líneas de trabajo a las que se debe dar mayor importancia. Hay muchas tareas a las que habría que dedicarse para atajar las causas del problema, pero como el tiempo y los recursos son limitados, debemos concretar cuáles son las más importantes y las más urgentes.
Una vez hechas las reuniones de grupos pequeños o mesas de trabajo, algún portavoz de cada grupo explica sobre un papelógrafo o cartel, los rasgos principales de sus análisis (o líneas de propuestas). Ha de hacer referencia a los contenidos que integren los diferentes aspectos causales, y a los actores, redes y conjuntos de acción que podrían participar en construir soluciones viables. No se trata de que gane uno frente a otros en la priorización, sino de que cada persona pueda ponderar distribuyendo sus puntos para aquellas propuestas que le parecen más interesantes.
Hay casos en que se prohíbe votar por la propuesta del propio grupo, y en otros casos también se añade una “bola negra” de oposición o desacuerdo fundamental para alguno de las propuestas.
Para crear mejor ambiente e implicación, cada grupo puede exponer sus propuestas de trabajo lo más creativamente posible. Para ello es imprescindible aportar material: papel de periódico, cartones, tijeras, rotuladores o marcadores de colores, etc.
Suele ocurrir que hay unos pocos, entre los análisis propuestos, en donde se concentran las ponderaciones, y luego hay un salto hasta los que siguen en la lista. Entre los que han resultado con más puntos, se puede hacer un intento de convergencia también si se quiere encontrar un eje central, una idea fuerza, pero también se pueden mantener esas varias líneas de análisis (o incluso de propuestas de trabajo).