Existe un tipo de “participación manipulada”, en la que se usa a la población para que esté presente y den así legitimidad a acciones que son pensadas por otros, con intereses ajenos y que la población no necesariamente entiende. Esto sucede a menudo con sectores sociales desfavorecidos, población indígena... que esperan con su asistencia a determinados actos políticos obtener algunas mejoras en su calidad de vida etc.
En este escalón no podemos hablar de “participantes” porque, en estos niveles, aunque no se afirme claramente, se entiende a la población objetivo del proyecto como audiencia o incluso clientela. Por eso la gestión es directa, tanto en la formulación, como en la programación y ejecución de los servicios, prestaciones y espacios. Las limitaciones a la participación son máximas, ya que ésta se viene a entender, como mucho, como mera información de las actividades generadas desde la propia gerencia de las áreas, organizaciones...
Es aquella en la que las personas son utilizadas como un mero adorno, es decir, para decorar en una actividad y dar una apariencia participativa. Se presenta como una variante del anterior escalón, incorporando algunos mecanismos de información pública vinculada a la defensa de intereses particulares que tienen la oportunidad de alegar sobre las acciones administrativas u organizacionales que le afectan.
Nuestra participación así mismo, puede ser “simbólica”, donde aparentemente a las personas se les da la oportunidad de expresarse pero en realidad tienen poca o nula incidencia sobre el tema o sobre el estilo de comunicarlo y poca o nula oportunidad para formular sus propias opiniones.