Estos mapas nos pueden recordar con qué actores podemos contar con mayor afinidad al proceso, y también qué actores externos e internos al caso concreto tienen tanta influencia que debemos saber sus estrategias. Nos interesa saber cuáles son las “posiciones” tanto a favor como en contra, y no solo el poder de convocatoria, sino también el poder real, económico y político, para hacer o para oponerse al proceso en que estamos.
Una forma de recordar, de preguntarnos, por los factores que influyen en estos procesos es encuadrar en dos ejes los mapas que estemos haciendo. En un eje vertical, por ejemplo, podemos poner arriba los grupos o instituciones que tienen mayor poder económico y político (poder de clase social alta); en medio a los sectores de trabajadores fijos (poder medio), y en la parte de abajo a los sectores más precarios, con menos poder real.
En el eje horizontal, por ejemplo, se pueden poner los grados de afinidad a la resolución del conflicto o afinidad al proyecto participativo que impulsamos. Hay colectivos, asociaciones, instituciones o sectores no organizados que presuponemos que son más afines y otras que son opuestos. Pero en este eje cabe matizar también las “posiciones”, pues no es lo mismo tener posiciones “diferentes” (quisieran hacer las cosas de otra forma, pero estarían por hacer algo) que situarse como “ajenos” o “indiferentes” (les da igual lo que se haga), o que tener posiciones “opuestas” (maniobrar en contra) para el caso concreto en el que estamos.
¿Cómo elegimos a quiénes entrevistamos?
Si nuestro trabajo se desarrolla en un ámbito determinado interesa recabar las opiniones de las instituciones y asociaciones clave o puente, dentro del mapa de relaciones existentes.
Una herramienta útil para saber “quién es quién” puede ser el cuadro siguiente, en el que podemos colocar tanto a las instituciones, como a las asociaciones y a las personas individuales según se sitúen respecto al tema que es objeto del proceso. Este cuadro puede resultarnos más fácil de rellenar ayudándonos del mapa de relaciones que hicimos anteriormente. Es importante que aseguremos sobre todo las posiciones de los sectores no organizados.
Con este cuadro nos salen unas 12 posiciones posibles en los cuadrantes que se cortan, donde podemos situar el “mapeo” de actores y relaciones. Esto nos sirve, en primer lugar, como una “radiografía de la situación problemática y las posiciones con las que presumimos que hay que contar. Pero esta “radiografía” además nos puede servir para seleccionar a qué grupos es imprescindible escuchar para tener un diagnóstico con todas las “posiciones importantes” que intervienen. Una “muestra” sirve para no tener que escuchar a toda la población sino a una parte, de forma que con algunos talleres, entrevistas personales o de grupo, podamos tener la información básica necesaria.
La forma más sencilla de contactar suele ser a través de la Comisión de Seguimiento o del Grupo Motor, que habitualmente disponen de la relación de asociaciones y responsables políticos; además, lo normal, es que las personas entrevistadas proporcionen el contacto de otras (“efecto bola de nieve”).
El número de entrevistas, sin ser fijo ni rígido, podemos ponerlo entre 9 y 18, y nos tienen que asegurar que quedan recogidas, tanto las posiciones institucionales, como las de los grupos organizados y no organizados. Se suele considerar que a partir de estos números se produce lo que se llama “principio de saturación”, esto es, que los discursos y las opiniones aportadas empiezan a repetirse. De todas formas conviene no dar por cerrado el capítulo de entrevistas ya que a lo largo del proceso pueden seguir apareciendo nuevas posiciones que interese recoger.